Alfonso Rojas y Paola Gómez: Los socios FDJ que la rompieron en la Maratón de Santiago

Publicado el 14 de junio de 2023

El pasado 14 de mayo, bajo un intenso sol en la capital, más de 23 mil personas salieron a correr la Maratón de Santiago. Entre ellos, dos socios de nuestra Fundación que demostraron una vez más que la diabetes no es impedimento para el deporte de alto rendimiento. En esta entrevista, Alfonso y Paola cuentan una historia de deporte, diabetes, disciplina y esfuerzo.

¿Cómo estuvo la carrera? 

P: “Antes de empezar, tuve una hipoglicemia de 60. Comí y calculé todo bien, pero fueron los nervios. Entonces saqué el lado mental para no echarme atrás. Yo partía a las 7:50 y mis compañeros ya habían partido. Estaba sola. Me tomé un gel de azúcar y partí. En la carrera tomé más isotónica que agua, me preocupé de esos detalles.  Al principio uno se asusta y siente que no podrá, pero se puede. Lo importante es disfrutar el deporte. Durante la carrera me olvidé de la diabetes, me enfoqué en llegar a la meta y disfrutar el momento. Ni siquiera me medí” 

A: “Fue inesperado el calor. Me sacó todos los cálculos que tenía previstos sobre hidratación y azúcar. Al final de Vespucio, en el kilómetro 30, el calor se puso brutal. Era tanto, que la gente de las casas nos tiraba agua con las mangueras. Había mucha gente abandonando o acostada en el piso. Ahí sentí descontrol porque me fallaron los cálculos.  Creo que, sin los parches sensores de glucosa, no hubiese podido correr porque eran muchos estímulos y perdí la percepción, pero miraba todo en el teléfono. Lo máximo que había entrenado eran 30 kms. Los 42 los pude terminar, pero los últimos 5 kms fueron horribles. Al final, llegando al Parque O’Higgins, estaba toda la gente gritando y había mucha emoción. Ahí la glicemia se me disparó. Yo creo que fue el sentimiento”  

¿Cómo llegaron a correr en la Maratón?  

P: «Yo era cero deportista. En el colegio me escondía en las clases de Educación Física. Un día empecé a salir a caminar, pasaron los meses y empecé a trotar de a poquito, hasta que se transformó en un hábito tres veces a la semana. Corría lento, me cansaba, tenía sobrepeso y era súper mala paciente. El running a mí me dio disciplina. Tras debutar pensé ‘si no me cuido, cómo voy a correr’. He tenido que enseñarle a mis compañeros del team sobre diabetes, somos una familia y cuando me baja entrenando, ellos me apañan” 

A: “Siempre he sido deportista, por los beneficios que me da con la diabetes, pero también soy consciente de los riesgos. El año pasado en mi trabajo se organizó un viaje a las Torres del Paine, y corrimos los 21K de Ultra Paine. Yo quedé muy mal, la terminé apenas y los días siguientes no podía ni caminar, fue horrible. Sufrí tanto que ahora me preparé en serio. Cuando un grupo de la oficina dio la idea de correr los 42K, yo pensé ‘si no lo hago ahora, ¿cuándo lo voy a hacer?’” 

¿Cómo cuidan su alimentación? 

P: “Como gasto tanta energía en entrenar, suelo comer más carbohidratos de lo normal. Yo entreno lunes, miércoles y sábado, y esos días antes de entrenar, siempre como más carbohidratos de los que consumo normalmente” 

A: “Soy cuadrado con la alimentación, es algo que me ayuda mucho. La técnica de repetir comidas me ayuda a contabilizar fácilmente porque ya entiendo a mi cuerpo. Los días de entrenamiento consumo más carbohidratos, y siempre llevo dulces a las corridas” 

¿Cómo es ser corredor y tener diabetes? 

P: “Es un reto constante, me gusta demostrarme que puedo. En las carreras hay dificultades, pero uno debe tomar el control. Eso te sirve para la vida, porque hay personas que al debutar son muy dependientes de sus papás, pero luego estás obligada a ser independiente. El deporte te ayuda” 

A: “Hay sacrificios adicionales con los que cumplir. Cuando entrenamos temprano, hay que despertarse antes para la insulina, tomar desayuno, y luego nivelarse. De pronto, hay bajas inesperadas, estás pendiente del azúcar o pausas el entrenamiento. También debes andar con el glucómetro y azúcar. Mis compañeros se despiertan, agarran su botella y salen. Esas exigencias se vuelven rutinarias con el tiempo, hay una adaptación” 

¿Qué recoges como positivo de la diabetes? 

P: “Yo llevaba una vida ‘normal’ hasta los 19. Tenía otros hábitos y justo en la adolescencia tuve que cambiar todo de mí. Incluso, perdí amistades porque no entendían que ya no podía comer o tomar ciertas cosas de esa forma. Por la edad, me costó asumir la condición, pero fue un cambio positivo”  

A: “Tengo diabetes desde los seis años, no sé cómo es la vida sin diabetes. Pero probablemente hubiera sido más sedentario y flojo. La diabetes tiene un lado positivo. Aunque sea medio obligado, luego te acostumbras. Te hace ser disciplinado con las comidas, a tener una vida más saludable, sobre todo si quieres hacer deporte” 

¿Cuál es tu experiencia con la Fundación Diabetes Juvenil? 

P: “Cuando debuté en 2006, mi doctora me habló de la FDJ. Luego de estar un mes hospitalizada por cetoacidosis, me vine a inscribir y acá aprendí todo. A pincharme, a comer, a todo. Incluso recuerdo una sesión familiar, como una experiencia que me marcó para siempre positivamente”  

A: “Me inscribí en la sede de Antofagasta el 2003. Tengo recuerdos de actividades y talleres. Incluso campamentos a los que fuimos con otros niños de Antofagasta. Aprendí mucho, al principio fue clave para sobrellevar el debut” 

¿Qué mensaje le dejarían a las personas con diabetes, que no hacen deporte por esa razón? 

P: “En las carreras siempre veo gente que parte primero en silla de ruedas. He visto personas con discapacidades físicas graves corriendo. Agradezcamos que nuestra condición no nos limita a movernos. La diabetes es súper detectable y silenciosa. No se nota, no andamos con dolores todo el día. Podemos hacer nuestra vida casi normal. No se limiten, hagan un deporte y disfrútenlo” 

A: “No hay que culpar a la diabetes. Todo el mundo tiene problemas. Para nosotros es la diabetes, pero también es una motivación que no sea una excusa para lograr mis metas. Mi peor época fue a los 15 años, porque salía, veía cosas nuevas y era frustrante pensar ‘¿por qué a mí?’. Empecé a ser rebelde, como si hubiese solución. Y la solución no existe: tengo que vivir así, ganarle a la diabetes, y eso se logra con disciplina y buenos hábitos” 

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