Socia destacada: «Cómo el baile y el arte me han ayudado a vivir y convivir con la diabetes»

Publicado el 12 de septiembre de 2022

Mi experiencia desde Emiratos para los niños del mundo.

Matilda Biernay Torres, 10 años: niña, bailarina, rockera y con diabetes.

Hola, mi nombre es Matilda, tengo 10 años de edad. Soy chilena, pero actualmente me encuentro viviendo en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos. Nos vinimos con mis padres y mi hermana Dominga hace algún tiempo por el trabajo de mi papá. Hoy estamos muy ambientados y contentos por vivir en estas tierras lejanas.

Les cuento que el año 2018, cuando tenía solo 5 años fui diagnosticada de diabetes mellitus del tipo 1. Fue un momento difícil de mi vida, ya que recién nos establecíamos con mi familia en la ciudad de Coyhaique en Chile. Recuerdo todavía lo que fue el debutar como diabética, bajé muchos kilos de peso, mis labios cambiaron de color a un tono algo azul, tenía siempre mucha sed y en especial por las noches. Mi ánimo a veces era muy irritable, en especial con mis padres y mi hermanita pequeña.

Recuerdo que mis padres me llevaron a urgencias del Hospital Regional de Coyhaique, para que me observaran, sin pensar que quedaría internada en la unidad de cuidados intensivos por más allá de una semana, tiempo en el que los profesionales de la salud lograron llevar mis índices de glicemia a rangos normales, pero con la indicación de que a contar de ese momento yo y mis padres nos transformaríamos en una suerte de páncreas, ya que el mío no funcionaría nunca más. Recuerdo ese momento en que yo y mis padres entre el dolor y las preguntas asumimos que esta condición me acompañará toda la vida.

Coyhaique, Región de Aysén, Chile.

Al comienzo fue todo muy confuso, tuve que aprender cómo trabaja el páncreas y como responde mi cuerpo a la comida, al azúcar, a la insulina, y en especial a como mantener mis niveles de azúcar en rango. Cometí muchos errores, de hecho todavía me equivoco en ocasiones, ya que antes de comer cualquier cosa debo contar los carbohidratos que voy a ingerir y llevarlos a una fórmula matemática para calcular la insulina que debo inyectar en mi cuerpo. Eso fue otra gran lucha: “Aprender a pincharme para controlar la glicemia y volver a pincharme para inyectar insulina”.

Al pasar el tiempo, mi condición de diabética no tan solo fue enfrentada por mí y mis padres, pues todos quienes comparten su tiempo y espacio conmigo han aprendido mucho de ello. Por lo general todos ayudan y están pendientes por apoyarme tanto en mis controles de glicemia diarios, en el conteo de carbohidratos, en elegir comida sin mucho índice glicémico, y en especial en estar pendiente de mí cuando presento alguna baja, pues en casos extremos mi ánimo comienza a apagarse, disminuyendo incluso el control de mis respuestas, pudiendo llegar a perder el conocimiento, hecho que hasta ahora nunca ha pasado, gracias al apoyo de todos quienes me aman y están conmigo, como mi familia, amigos, profesores, y compañeros.

Hoy, a 5 años de mi debut con diabetes, siento que soy una niña normal. Cuento con un difusor continuo de insulina que me ha sido muy útil para estar casi siempre en rango, y cuento además con una familia que me ha apoyado en todo momento. Mi hermana Dominga por ejemplo, cada vez que hacemos algún panorama o vamos a algún parque me recuerda llevar mis insumos de control, o un par de sobres de azúcar por si baja mi glicemia. Esta confianza en mí misma me ha ayudado a enfrentar nuevos desafíos, pues con diabetes si puedes hacer de todo, y comer de todo. La clave está en el control, en la disciplina y la responsabilidad.

Mi familia en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos.

Estando en Chile a mis 6 años, ya con Diabetes, ingresé al equipo de patinaje “Sobreruedastar” de Coyhaique, equipo en el que logré desarrollar la actividad física y artística y aprender de la diabetes al mismo tiempo. Fue una experiencia muy necesaria en mi crecimiento en esta condición. Hoy, a mis 10 años, ya no es solo el patinaje lo que me atrae, sino que todo lo que implica el desarrollo físico y artístico. Por ello, apenas llegamos a Abu Dabi, ingresé junto a mi hermana Dominga a clases de ballet y zumba en la academia Mosaic en la Isla de Al Reem en Abu Dabi, lugar al que vamos 2 o 3 veces a la semana, y donde he encontrado a profesionales maravillosos que me han ayudado muchísimo en este proceso, al mismo tiempo en que ellos también han aprendido de esta condición.

El baile me ayuda a tener un mejor control de mi diabetes ya que aumenta mi gasto calórico y me ayuda a mantener el peso adecuado, así como mantener mis niveles de colesterol y triglicéridos en rango normal. Además de permitirme compartir con otros niños.

El baile también disminuye mis requerimientos de insulina ya que mejora mi sensibilidad, y no tan solo durante mis clases sino que durante el resto del día gracias a que mientras bailo se está utilizando la reserva de glucógeno del hígado. Ahhh, se me olvidaba contarles!!!, cada vez que voy a bailar siempre llevo mi bolsito con azúcar, dátiles e insulina. El resto depende de mí.

Espero que mi experiencia le pueda ser de utilidad a los niños que recién debutan en esta condición y a sus padres, pues creo que les dará tranquilidad y fuerza saber que si se puede vivir y convivir con la diabetes, y si se puede ser feliz. Yo lo soy.

La Maty.
Septiembre de 2022.

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