Mi mejor amiga diabetes – Fernanda

Publicado el 4 de agosto de 2020

Soy Fernanda y tengo 14 años. Hoy les voy a contar un poco de mi.

Hace 11 años atrás yo era una niña muy energética, muy feliz. Un día enfermé de la noche a la mañana, con síntomas nunca vistos en mí; sed, cansancio y pérdida de apetito. Cada día era peor  y mis síntomas iban en aumento. Mi familia, muy preocupada, decidió llevarme a urgencia, pero allí de inmediato me trasladaron a la UTI (Unidad de terapia intensiva), dándome una orden de muchos exámenes que no detectaban una enfermedad o algo grave. 

Luego de unos días en ese lugar, estaba mejor. Los doctores me dieron de alta con algunos medicamentos, horarios de comida y me dijeron que debía descansar. Mi familia todo los días desde que me dieron de alta seguían los pasos que le dieron, pero yo ya no era la misma, ya no quería jugar y tenía muy poco animo.

Unos días después,  fue una tía a la casa a ver cómo estaba.  Ella me vio decaída y triste y habló con mi mamá para saber lo que había pasado en el hospital. Entonces, mi tía le dijo a mi mamá que me hiciera un examen de sangre y de glucemia (para ver si tenía diabetes). Pero, ese mismo día, en la noche, empecé de nuevo a tener los mismos síntomas de antes; pérdida de apetito, mucha sed y mucho cansancio. Asustada, mi familia decidió llevarme al día siguiente de nuevo a urgencias, donde nuevamente me trasladaron de nuevo a la UTI. Allí, mi mamá pidió que me hicieran el examen para ver si tenía diabetes. 

Tres días después llegaron los resultados de los exámenes y toda mi familia estaba esperando la respuesta del doctor. Él los leyó, los analizó y entonces nos dijo que  lamentablemente el examen salió positivo, que yo tenía diabetes. Por supuesto, en ese instante yo no sabía lo que pasaba porque yo solo tenía tres años, pero sí recuerdo que solo veía a mi mamá llorar. Ella estaba llorando porque ella no quería que yo tuviera diabetes, más aún siendo tan pequeña, es por eso que se culpaba a sí misma. Aunque ahora sabemos que la verdad era que nadie tenía la culpa de que me hubiera dado diabetes.  Muchos piensan que cuando te da diabetes es por comer dulces pero eso no es así, las personas que dicen eso están mal y todavía no se han informado de lo que significa realmente tener diabetes. 

Cuando mi mamá se calmó, ella entendió que teníamos solamente luchar con la diabetes y que la mejor forma de hacerlo era  salir adelante juntos, como una familia.                                                                                                                                   Al ya saber lo que ocurría, con el paso de los días fui mejorando cada vez más y luego de unos meses, me dieron de alta por completo. El doctor habló con mi familia sobre mis cuidados, mis horarios de comidas y todo lo que influye tener diabetes. 

Para ellos igual se les hacía difícil que yo tuviera diabetes por que tenían que tener cuidado a que no comiera cosas que no podía, más si yo era pequeña. 

Luego de aquella primera situación, pasaron dos años. Yo estaba muy nerviosa porque tenía que entrar a clases por primera vez y entender que quizás iba a tener altos y bajos.

“Hoy a llegado el día que tenemos que entrar a clases, mamá estoy muy nerviosa” recuerdo que dije.  Estaba muy ansiosa porque nos tendríamos que presentar y tenía que decir que era diabética y eso me daba vergüenza. Después de todo, no sabía lo que los demás iban a decir y a la vez tenía miedo a que me molestarán por mi enfermedad. 

Llegado el momento en que yo me presentaría, solo lo hice y  dije que tenía diabetes. Muchos de mis compañeros no sabían que era, así que mi profesora les explicó. 

Al pasar el tiempo, tuve a mi primera amiga.  Ella se llamaba Isidora y era muy buena conmigo, pero lo que nadie sabía era que habían otros niños de mi curso que me decían que si yo los tocaba ellos se podían enfermar y que yo los iba a contagiar, así que les daría diabetes. Desde ese momento en el que me comenzaron a molestar yo ya no tenía amigas ni amigos. Mi única amiga, luego de escucharlos, me dijo que mejor no fuéramos amigas porque a ella le daba miedo a que yo la contagiara de diabetes.  Ahí supe que eran mis compañeros los que le decían que no se juntara conmigo porque le podía dar diabetes, entonces ella, asustada, decidió alejarse de mí.                                                                                               

En esos momentos, recuerdo que yo me iba a llorar al baño de mi escuela y no paraba de preguntarme; “¿Por qué yo? ¿Por qué yo? Si esto no se contagia, no puedo contagiar a nadie. No quiero tener más diabetes” 

Nadie de mi familia supo nada de lo que yo pasaba en el colegio porque yo no le quería decir a nadie, no quería que se preocuparan por mí. 

Cuando pasé a segundo básico tampoco tuve amigos. Solo podía ver a todos mis compañeros jugar juntos y eso me daba mucha pena y rabia porque yo pasaba los recreos sentada sola en una esquina. Por culpa de mi enfermedad, yo nunca podría jugar con los demás o reír junta con ellos. 

Luego pasé a tercero básico y las cosas cambiaron un poco. Llegó un niño nuevo y de inmediato, él quiso ser mi amigo. A él le daba igual si yo tenía diabetes o no y aunque mis demás compañeros le decían que yo lo podía contagiar, él siempre decía “Ustedes son tontos, ella no me puede contagiar. Miren, yo la toco y no me enfermo” Para mí tener un amigo como él fue lo más bonito que me pudo pasar, pero eso duró muy poco.  El problema es que, siendo amigos, él me daba chupetes o pastillas, así que empecé a tener muchas hiperglucemias, logrando que estuviera muy inestable.

Es por eso que ese año mis padres decidieron retirarme del colegio ya que si seguía hacia volvería a estar hospitalizada y nadie quería eso. 

En ese momento mi vida cambió otra vez porque mis padres decidieron cambiarse también de ciudad. Para mí todo ese cambio fue muy difícil de aceptar porque me alejaría de las persona que yo más quería cómo mis abuelos, mi mejor amigo y mis primas.

Sin embargo, luego de cambiarnos de ciudad, no había otra cosa que hacer. Yo iba a entrar a cuarto básico y estaba muy nerviosa otra vez. Nuevamente iba a tener compañeros nuevos, y tenía miedo a no tener amigas o amigos, tal como en la escuela anterior.  Cuando llegó el día de presentarme y de entrar al colegio, a pesar del miedo, yo dije que era diabética y todos preguntaron de inmediato ¿Qué es? la profesora les explicó y para mi sorpresa, todos en ese curso querían ser mis amigos, lo que me hizo muy feliz. 

Ese año fue muy bonito porque yo jugaba con ellos en los recreos y todos me aceptaron tal y como era. Sin embargo, al pasar el tiempo, ellos me daban golosinas o cosas que no debía comer, así que uno de esos días empecé a faltar a clases por que tenía muchas hiperglucemias. Los labios los tenía secos y no quería comer nada, así que mi mamá y mi papá decidieron llevarme a urgencia, donde me hospitalizaron otra vez en la UTI. 

Ahí me di cuenta de algo muy importante. La única que se estaba dañando a sí misma era yo y estaba siendo egoísta. No estaba cuidando mi enfermedad, así que aproveché ese tiempo que estuve hospitalizada y empecé a escribir letras de freestyle. Escribir letra de freestyle me ha ayudado mucho desde ese momento porque no soy tan ansiosa como antes, logrando incluso controlar mis ansias de comer cosas que no puedo comer. 

Al año después volví al mismo colegio y formé una amistad con una chica que se convertiría en mi mejor amiga hasta el día de hoy. Ella ha cuidado de mí hasta el día de hoy, es como mi mamá, ella me reta o se enoja conmigo si me dan ganas de comer cosas que no puedo, pero lo más importante es que ella me enseñó que aunque yo tenga alguna enfermedad igual debo seguir con mi vida sin importar lo que pase. 

Ahora tengo 14 años y desde que llegó esta amiga a mi lado, acompañándome en las buenas y en las malas mi vida cambió, ahora me cuido y ya sé que debo aceptar mi enfermedad por mucho que no la quiera. Ella es como mi gemela, sabe cuando estoy nerviosa o cuando tengo miedo, no hay nada que pueda ocultarle. 

Si tienes diabetes tienes que aceptarla porque por mucho que no quieras tenerla o tener otra enfermedad nadie podrá hacer que no la tengas. Uno se tiene que aceptar a sí mismo porque si uno no se quiere los demás no lo van a hacer por tí. 

A decir verdad, tener una enfermedad es bonito porque uno va creciendo con una compañía y también vas  aprendiendo cosas que nunca pensaste que podrías hacer. Y uno aprende de sus errores, si te caes levántate y si te cuesta, te vas a ir levantando de a poco, al igual que una herida que cuesta en sanar. Incluso si esa herida tiene una infección, igual es posible sanar, todo en la vida se puede pase lo que pase.

Taller de escritura creativa FDJ 2020.

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