Aprendiendo a Regalar, y Propósitos para el año que comienza

Publicado el 7 de octubre de 2016

Ya se acerca el fin de este año y con ello de alguna manera una invitación a una época de evaluación y revisión de lo que este año ha significado para cada uno de los miembros de la familia. Es un tiempo para reflexionar respecto a cómo he ido apoyando a mi hijo (a) en que vaya logrando el gran desafío de aprender a cuidar su diabetes. Reconocer cuales han sido las principales dificultades que como padres e hijos hemos tenido frente al tema, evaluar cómo las hemos estado enfrentando y reconocer aquellos logros grandes y pequeños, que en algunas ocasiones pasan desapercibidos por encontrarlos cómo evidentes o como partes de un deber.

A veces este proceso de evaluación se da de forma natural pero en otros casos nos sucede que nos perdemos de parar a pensar y explicitar los aprendizajes que hemos tenido durante este año porque nos estresamos pensando en la cantidad de regalos que deberíamos o no comprar, evidentemente potenciado por el comercio que ofrece miles de ofertas navideñas que fomenta un consumismo casi sin límites. Cuando esto sucede caemos en el riesgo de que se desvirtúe la navidad y con ello el sentido que tiene regalar algo a otro.

Los regalos en sí mismos entregan un mensaje de valoración y ternura porque comunican a quién lo recibe que te has acordado de él y que lo quieres.

Saber regalar es una cualidad que está muy vinculado al desarrollo de la empatía. Quien sabe regalar se conecta con las necesidades e intereses de los otros y además es generoso. Es bueno que los niños aprendan a ver la Navidad, no en forma egocéntrica esperando recibir muchos regalos, sino que se transforme en una oportunidad para dar y para crecer emocionalmente.

De esta forma, es importante aprovechar la oportunidad que te da la navidad para desarrollar la empatía en sus hijos, que según el autor Daniel Goleman es la “piedra angular” de la inteligencia emocional. Uno podría hacer el ejercicio de incorporar a sus hijos en la elección de algunos regalos. Por ejemplo, formular algunas preguntas cómo “¿Qué te imaginas que le gustaría recibir a tu abuela Carmen?”. Hay que tener cuidado de no descalificar la respuesta que te dan los niños y en cambio dejarse sorprender por ellos y preguntarles porque creen que le gustaría. Así podemos ir inculcando la virtud de la generosidad en nuestros hijos y la capacidad de empatizar con los sentimientos y aptitudes de otros.

Es importante enseñarles a los niños a realizar regalos que tengan un mayor contenido emocional, para que vayan aprendiendo a expresar lo que sienten y a cultivar la generosidad. Sugiérales por ejemplo escribir en una carta o en una tarjeta al abuelo lo que le gusta de él y qué es lo que le desea para el próximo año. Un maravilloso regalo que pueden hacer los padres con contenido emocional es proponerse pasar más “tiempo de calidad” con sus hijos, es decir, jugar con ellos, hacer actividades en conjunto y escuchar atentamente lo que están necesitando de nosotros. Proponerse este “tiempo de calidad” puede ser un maravilloso regalo que permita recuperar el verdadero sentido de la Navidad.

El inicio de un nuevo año es un buen momento para pensar en los proyectos personales pendientes y fijarse algunas metas. Una actividad familiar podría ser tener una conversación con nuestros hijos acerca de lo que quisiéramos lograr en el año que comienza. Al hacerlo potenciamos la capacidad de nuestros hijos de autoevaluarse y conocerse a sí mismo, ayudándoles a observar cuáles son sus fortalezas y a asumir que parte de nuestras dificultades se deben a veces a algunas formas propias de nuestro actuar. Al formular estos “propósitos de año nuevo”, es útil y más entretenido cambiarlos desde el “debería” al “a mi me gustaría lograr” y acompañar estos deseos con una visualización de cómo sería su vida si fuesen capaces de cumplirlas. Para nuestro hijo que tiene diabetes puede ser un momento importante para explicitar algunas metas que se quiere proponer para este año. Por ejemplo, en los niños el aprender a pincharse sólo puede ser una meta importante siendo evidentemente supervisados en una primera instancia por sus padres. En el caso de los pre-adolescentes, un propósito podría ser incorporarlos en mayor medida en la reflexión de las decisiones. Por ejemplo, ayudarlos razonar si tienen x de glicemia y vamos a comer x cantidad de carbohidratos, ¿Cuánto crees que te deberías inyectar de insulina y porqué?. En el caso de los adolescentes, un propósito podría ser compartir las reflexiones en torno a el conteo de carbohidratos que traen las nuevas rutinas o situaciones en que ellos se encuentran, pensando que en esta edad aumentan las salidas con amigos, fiestas entre otros panoramas.

Terminar el año atreviéndose a soñar los pequeños o grandes propósitos que vitalizan nuestro sentido de vida es un buen camino para partir el nuevo año.

Les deseo una Feliz Navidad y un año nuevo lleno de buenos momentos.

Ximena Fantuzzi Selle
Psicóloga Infanto-Juvenil

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